La fama es un arma de doble filo. Cuando se llega al estrellato, hay que disfrutarlo. Eso está claro. Pero sin excesos, porque no es bueno. Siempre hay que ubicarse en un punto medio, saber dónde estamos parados. Si esa fama llega desde pequeño, los problemas serán más graves. Y las razones son muy simples: un niño no está acostumbrado a las cámaras, los flashes, las entrevistas. De eso sabe Macaulay Culkin. Quien pasó de ser en la década del ’90 uno de las actores del futuro, a vivir en el ocaso.
Su carrera comenzó en 1988, cuando protagonizó “El cohete de Gibraltar”. Era el punto de partida para un actor en el que muchos confiaban, en especial su padre, quien era su representante. A partir de esta película, su nombre quedaría instalado para muchos productores. Y sólo llegarían éxitos: Mi pobre angelito (1990), Mi primer beso (1991), Mi pobre angelito 2 (1992), El buen hijo (1993), Ricky Ricón (1994). Antes de los 14 años, su fortuna personal ascendía a los 18 millones de dólares… pero ahí terminarían las películas taquilleras. A partir de ese año empezarían los problemas personales, y también los laborales.
En 1995, sus padres decidieron separarse, y llevaron el problema a la justicia. Ambos, avaros como pocos, tenían la intención de obtener la custodia de Macaulay, porque sabían que su rostro y sus actuaciones eran un diamante en bruto. El niño había decidido no actuar en la pantalla grande hasta que se solucionara el problema. Por respeto a sus dos progenitores. Pero el juicio se alargó más de lo esperado, y el resultado recién se conoció en 1997. La justicia actuó a favor del padre. Pero a esta altura, el actor ya era casi mayor de edad. Había gastado muchísimo dinero en fiestas y en descontrol, algo típico en los jóvenes. Pero esto tomaba mayor dimensión si quien lo realizaba era el niño prodigio de Hollywood.
El comienzo del nuevo milenio no modificó el escenario. El joven actor seguía sin aparecer en pantalla. Si se lo mencionaba en los medios de comunicación era sólo por problemas legales o escándalos. En 2004 fue arrestado por posesión de marihuana y debió pagar una multa de 4000 dólares para quedar en libertad. En el 2005 decidió presentarse a la justicia y declarar a favor de Michael Jackson, a quien en esa época se lo acusaba por violación de menores. Macaulay, quien pasó mucho tiempo de niño con el cantante, negó rotundamente estas versiones en contra del rey del pop.
Está bien escrito y es pertinente, pero no termina de ser una nota. ¿Sabe cómo funcionaría? Si tuviera otros tres o cuatro casos de jóvenes famosos que cayeron en el olvido tras pasar por la fama.
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