Cuando se estrenó “Batman, el caballero de la noche”, en el 2008, nadie pensó en la revolución que podía generar. Y ésta se basó principalmente en un solo personaje: El guasón. Alguien sínico, psicópata, calculador, agresivo. A fin de cuentas, el personaje que llevó las riendas del film, la razón principal por la que la película fue considerada una de las mejores en el año que se estrenó. Pero al actor Heath Ledger (Heathcliff Andrew Ledger, tal como figuraba en su documento), esta composición le llevó gran parte de su tiempo. Durante un mes se encerró todas las noches en un cuarto de hotel en Londres y experimentó con voces. El objetivo era encontrar una voz y una risa que caracterice al personaje. Esta es sólo una anécdota que refleja el compromiso de Heath con la actuación.
La relación entre Ledger con el séptimo arte estuvo marcada desde pequeño. A los diez años hizo de Peter Pan para una compañía local de teatro en Perth, Australia, país en dónde nació el 4 de abril de 1979. Era el principio de una carrera que estallaría en Hollywood. A partir de los 16 años comenzó a filmar películas independientes. Y fue a los 19 cuando decidió mudarse a Estados Unidos para continuar con la actuación. Era joven, tenía talento, sabía plantarse frente a una cámara. En definitiva, tenía condiciones para triunfar. Sus características físicas también se lo permitían: era alto (medía 1 metro 85 centímetros ), delgado y tenía un cabello rubio y ondulado que le llegaba casi hasta los hombros. Era ideal para el estereotipo de galán que busca cualquier productor de Hollywood.
Sus padres, Kim Ledger (quien trabajó como ingeniero de minas) y Sally Ledger (una profesora de francés) no se opusieron a la decisión de su hijo de viajar a otro país. Querían verlo feliz. Heath ya había sufrido mucho en su infancia: cuando tenía diez años sus padres se habían divorciado. Había sido un golpe duro para él, aunque no lo distrajo de su objetivo principal: ser una estrella de cine. Y los resultados llegaron al instante. En 1999 protagonizó su primera película en el país americano. Se llamó “Las 10 cosas que odio de vos”, destinada al público adolescente.
A partir de allí, su nombre quedó instalado en el ambiente, y la prensa comenzó a mencionarlo en reiteradas oportunidades. Sus actuaciones, y principalmente su forma de ser, alimentaba a los periodistas. Ledger era alguien familiero, tranquilo, solitario. Una persona diferente a las excentricidades de Hollywood. Se le inventaron muchos romances: Helena Christensen, Gemma Ward y Mary-Kate Olsen. Pero Michelle Williams fue quien lo enamoró en 2004, en plena grabación de la película “Secreto en la montaña”. Con ella tuvo a su única hija, Matilda. En 2007 se separaron. Y la relación con los medios de comunicación continuó siendo turbulenta. Lo había sido en su adolescencia con los medios australianos, se potenciaba con los estadounidenses. Ledger buscaba una vida en paz. Pero al ser una estrella, eso era difícil de conseguir. Y en ese punto chocaba con los periodistas. Un claro ejemplo fue cuando en 2004 debió negar las acusaciones de algunos periodistas, quienes afirmaban que Ledger los había escupido en plena grabación de la película Candy.
El año 2008 fue su momento de estrellato máximo. El guasón fue el papel que lo llevó al reconocimiento mundial. Pero a la vez esto lo condujo lentamente a la muerte. En una entrevista en 2007, mencionó que su último papel en Batman le dificultó conciliar el sueño: "La semana pasada probablemente dormí dos horas por noche en promedio... No podía dejar de pensar. Mi cuerpo estaba exhausto, pero mi mente seguía funcionando", alertaba Ledger. Los problemas para dormir, sumados a una sobredosis accidental de medicamentos recetados, fueron un cóctel que su cuerpo no aguantó. Fueron la razón de su fallecimiento, el 22 de enero de 2008 en su departamento de Nueva York.
Su desaparición física conmocionó a todo el ambiente del espectáculo, y, obviamente, también a su familia. Su padre declaró que Heath era "sensato, hermoso, bondadoso, amante de la vida, desinteresado y extremadamente inspirador". Se había generado la pérdida de una persona que jamás dejaba de pensar, y que constantemente buscaba incursionar en nuevos proyectos. Al momento de su muerte tenía pensado dirigir por primera vez, y a su vez protagonizar la novela The Queen’s Gambit, cuyo argumento se basaba en el ajedrez, un hobby que lo apasionó desde pequeño, y que le permitió obtener el torneo para niños ajedrecistas de Australia Occidental a los diez años.
Luego de su muerte llegaron los justos reconocimientos, los merecidos premios. Un poco tarde, tal vez. Pero fue su familia y sus amigos quienes orgullosos se encargaron de recibirlos. Por su brillante actuación en Batman, logró un Óscar, un Globo de Oro, un BAFTA y un premio del Sindicato de Actores. Era la segunda vez que un actor recibía un Óscar póstumo, ya que en 1977 Peter Finch había sido premiado por la película Network. En definitiva, se había premiado a un justo vencedor, a alguien que demostró que en silencio se puede triunfar. A un verdadero ganador.
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