El caso de La vida es bella es bastante extraño. No llega a ser del todo una película cebollita como las anteriores por un motivo más que grande: se adjudicó el Óscar a mejor película extranjera, un logro y reconocimiento para aplaudir. Pero su performance a la hora de la nominación en Mejor película no fue buena. El Óscar en ese rubro se lo llevó Shakespeare enamorado. Por lo tanto, en la entrega de premios de 1998, se produjo un caso especial: La vida es bella se proclamaba como una película cebollita, pero a medias.
Su trama transcurre en 1939, y es emotiva y muy entretenida. Su protagonista es Guido Orefice (interpretado por Roberto Benigni), un italiano judío que se casa y tiene un hijo. Ambos son llevados a un campo de concentración. A partir de ahí, su objetivo será sólo uno: desviar la atención de su hijo para que éste no observe lo que realmente estaba ocurriendo. Y lo hace de una manera muy especial: inventa un juego que consiste en ocultarse de los guardias alemanes. Todos los días creará un nivel de juego nuevo para entretener a su pequeño hijo y a la vez no ser descubierto por los guardias.
La película fue muy aclamada por el público y la crítica. Recibió 50 premios internacionales entre los que se destacan el premio César a mejor película extranjera, el premio especial del jurado en el Festival de Cannes y los premios Óscar a mejor actor (Benigni) y mejor banda sonora.
La noche de la entrega de los premio Óscar, Benigni festejó como nunca los premios. La fiesta hubiera sido completa si enfrente no estaba Shakespeare enamorado, film que esa noche arrasó y se llevó 7 estatuillas de un total de 13 nominaciones. Eso incluye el Óscar a mejor película, rubro en dónde Benigni comprobó que la vida no siempre es bella.
No hay comentarios:
Publicar un comentario